
Dicen que la canícula estival para distraer el ocio, es tiempo propicio para divagar, actividad muy poco valorada y que humildemente desde esta no menos humilde tribuna se pretende reivindicar.
Estas duras olas de calor llevan a reflexionar sobre aquellos que pretenden mudar lo exterior, pero la esencia sigue siendo la misma. No importa cuantas veces modifiquen su apariencia, siempre conservará su interior y mantendrá su misma esencia. Lo cierto es que, por mucho que se intenta esconder o disfrazar, tarde o temprano saldrá a la luz como son y esa es su tragedia personal incapaz de asumir. El sabio refranero lo retratan diciendo aquello: “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.
Ya de una manera más cientifica, en Psicología se habla de Complejo de Eróstrato para definir una personalidad de escasa autoestima con deseo de fama, notoriedad y de alguna manera se afana en la búsqueda de cierta notoriedad , dispuestos a realizar cualquier cosa para alcanzar esta meta. Lo que se esconde tras el llamado complejo de Eróstrato, es un fenómeno cada vez más común donde el clásico postureo esconde en realidad una personalidad falta de autoestima al esforzarse por aparentar lo que no se es.
Este síndrome es cada vez más frecuente en nuestra sociedad occidental neocapitalista, donde hay muchos sujetos con afán de celebridad y llenos de odio capaces de hacer cualquier cosa por alcanzar fama, notoriedad, dinero y a la postre “su inmortalidad”, incluso entre aquellos que abominan del neocapitalismo y militan en organizaciones que lo combaten.
Para que existan monas tentadas a vestirse de seda para ocultar sus carencias o sus verdaderas intenciones, así como, singulares personajes acomplejados que hacen del síndrome de Eróstrato su leiv motiv vital es muy necesario que existan, casi simbioticamente, los que permiten a unos y a otros que desarrollen impunemente su farsa cotidiana, aunque le perjudiquen en sea cual sea el ámbito.
De una manera muy certera a la vez que cínica reflexionó Albert Einstein al respecto: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por aquellas que se sientan a verlo”.
Sanlúcar del Santo Régimen, no iba a escapar de estas singularidades como sociedad enferma que es, y en cualquier ámbito de la vida social pululan monas y monos ataviados con vestidos de seda que no terminan de ocultar su verdadera condición ética y moral. De la misma manera, hay recalcitrantes acomplejados carcomidos por el síndrome de Eróstrato cuyo supuesto abolengo ético y moral no llega al nivel de un mínimo bordillo. Ademas de las características referidas de manera somera y poco académica, tienen un atributo común que, no es otro, que recurrir de forma sistemática al victimismo y a la confabulación colectica contra ellos cuando son descubiertos con toda crudeza en su falsedad.
Puño en Alto
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